La Arquidiócesis de México expresó su solidaridad a la Iglesia católica nicaragüense
La Arquidiócesis de México expresó este domingo su solidaridad a la Iglesia católica nicaragüense por los hostigamientos y represión de los que han sido víctimas sacerdotes de Nicaragua por parte del Gobierno de Daniel Ortega.
“Como Arquidiócesis Primada de México, nos sumamos al Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano) y a otros organismos internacionales para expresar nuestra solidaridad y cercanía con la Iglesia de Nicaragua, pues nos duele profundamente lo que están viviendo nuestros hermanos nicaragüenses”, señaló la organización en su editorial dominical Desde la Fe.
La Iglesia mexicana lamentó que hasta ahora no haya “visos de un diálogo fructífero que traiga la paz y el cese del hostigamiento”.
La Policía dijo en un comunicado que ha establecido medidas de protección a la población...".Asimismo, dijo que "ha iniciado un proceso de investigación, con la finalidad de determinar la responsabilidad penal de las personas involucradas en la comisión de estos actos delictivos, de los cuales se ha informado al Ministerio Público y al Poder Judicial". "Las personas investigadas -que no mencionó- se mantendrán en sus casas", agregó.
En la víspera, el obispo Álvarez pidió a la Policía que lo dejen oficiar la misa con sus feligreses dentro de una parroquia, en medio de roces del Ejecutivo con la Iglesia católica. Entonces el jerarca salió del Palacio Episcopal, se puso de rodillas en la acera y elevó sus manos hacia el cielo, y recibió de un colaborador a Jesús Sacramentado y con el Santísimo se acercó a los oficiales, que se le retiraron, según la transmisión que hizo la diócesis de Matagalpa en redes sociales.
El religioso señaló a la Policía de no permitir la libre circulación, la libertad de movimiento, la libertad de expresión y la libertad religiosa, además de crear zozobra y agitar los "ánimos y la fe tan sencilla de nuestro pueblo fiel". "Formalmente han dicho que tenemos casa por cárcel", dijo Álvarez, durante una misa transmitida por Facebook desde el interior de la Curia de Matagalpa.
El obispo ha presentado a los agentes policiales a Jesús Sacramentado, ha intentado abrazarlos y les ha dedicado canciones religiosas y otras como el "Himno de la Alegría" y "Yo solo quiero un millón de amigos" del brasileño Roberto Carlos. En la misa de hoy, a puertas cerradas, Álvarez oró "también por quienes nos tienen retenidos".
"Seguimos pidiéndole al Señor que les bendiga sus vidas, sus matrimonios, sus familias, sus trabajos, que el Señor les bendiga sus alimentos, sus pasos", remarcó.
Históricamente agrietadas, las relaciones entre la Iglesia católica y el Gobierno del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, empeoraron recientemente por el arresto y posterior condena del padre Manuel Salvador García Rodríguez por presunta violencia contra una mujer.
También por la captura del párroco Leonardo Urbina por supuesto abuso contra una menor, así como los cercos al sacerdote Uriel Vallejos y al obispo Rolando Álvarez.
“Este fue el último episodio del hostigamiento del Gobierno sandinista hacia nuestra hermana Iglesia nicaragüense, una persecución histórica que nos recuerda a los años ochenta del siglo pasado”, señaló la Arquidiócesis mexicana.
Recordó que entonces, la dictadura llegó al grado de desnudar y exponer públicamente a un sacerdote, profanar templos y expulsar del país a varios presbíteros por denunciar la injusticia social en ese país.
Señaló que desde 2018, cuando la Iglesia de Nicaragua respaldó las protestas sociales que exigían la dimisión de Ortega, la persecución se ha agravado lo que ha llevado a convocar al ayuno, a la oración constante y a la participación de más fieles en las celebraciones eucarísticas para pedir el cese a la represión.
“Sin embargo, ello ha incrementado la ira del presidente Ortega, quien esta semana ha llegado al extremo de impedir que el obispo Álvarez acudiera a su catedral para celebrar la Santa Misa y la Hora Santa”.
Finalmente, dijo que rogará para que el clima de represión que se vive en Nicaragua “no se convierta en una normalidad que se impone con las armas” y porque “puedan encontrar pronto una solución pacífica”.
Nicaragua está sumida en una crisis que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dejó al menos 355 muertos en 2018, de los cuales Ortega admitió 200 y alegó que se defendía de un supuesto golpe de Estado.
La crisis empeoró con las elecciones de noviembre pasado, cuando Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, fueron reelegidos en sus cargos, en un proceso criticado porque siete de sus potenciales rivales fueron arrestados y dos huyeron al exilio.
Con un 58,5 % de creyentes, el catolicismo es la religión con más seguidores en Nicaragua, según el último censo nacional. EFE
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