Joven somoteña es asesinada por su pareja en Estelí

El jueves 4 de septiembre, una tarde que debería haber sido tranquila, se tornó en tragedia en una finca tabacalera situada a unos 100 metros al este de la gasolinera Puma Santa Lucía, en el kilómetro 150, en el sector de Robacasa sobre la carretera hacia La Concordia. Allí, se encontró sin vida a la joven Dora María González, de 24 años, quien presentaba evidentes signos de haber sufrido violencia física.

Las primeras investigaciones sugieren que su pareja, Pedro Carrasco García, de 31 años, fue el responsable de su muerte, apuñalándola. Se conoció que ambos eran originarios de Somoto, Madriz. 

Después de cometer el ataque, Carrasco García intentó quitarse la vida, hiriéndose en el cuello, por lo que fue trasladado en una unidad de la Cruz Blanca,en estado grave y está recibiendo atención médica en UCI, en el hospital San Juan de Dios de Estelí .

Se ha informado que este acto violento no fue un hecho aislado, ya que se alega que Dora había sido víctima de agresiones anteriores por parte del señalado, lo que refuerza la hipótesis de un caso de violencia de pareja que terminó en femicidio.

Las autoridades policiales junto a la médico forense llegaron rápidamente al lugar para realizar las investigaciones del caso.

Familiares reciben la lamentable noticia en Somoto

A la una de la tarde de este jueves, Doña María Auxiliadora González Alvarado recibió una llamada de su hija, Dora María González, quien le comunicó que acababa de salir de su trabajo y que, como era habitual, la llamaría por la noche. Desafortunadamente, esa llamada nunca se concretó.

A las 4:30 de la tarde, el teléfono volvió a sonar, pero esta vez la voz al otro lado de la línea era ajena y cargada de angustia. Se le pidió que fuera fuerte ante la terrible noticia que había golpeado a la familia de "Dorita", como era cariñosamente conocida en el barrio. Su vida había sido truncada de forma violenta a manos de su pareja.

La reacción de Doña María fue inmediata; el llanto inconsolable no tardó en acompañar su dolor. Aún con el corazón en un puño, hizo llamar a algunos familiares para confirmar lo que pareció un mal sueño, pero que rápidamente se convirtió en una cruda realidad.

Mientras el dolor se cernía sobre la familia, dos pequeñas niñas, de 5 y 8 años, preguntaban con inocencia si su mamá las llamaría esa noche para hablar con ellas. Ahora, bajo la tutela de una abuela devastada, esperan el regreso del cuerpo de su madre a Somoto, donde todo un pueblo ha unido sus voces en lamento y solidaridad ante esta tragedia.