La líder opositora venezolana
salió de Venezuela en secreto el martes a bordo de una embarcación que la llevó hasta Curazao. Desde allí tomó un vuelo hacia Noruega.
La travesía, marcada por el secretismo y que comenzó con una peluca y un disfraz, evidenció los riesgos que enfrentan los dirigentes opositores en Venezuela.
Funcionarios estadounidenses confirmaron que la operación se planificó cuidadosamente para evitar cualquier filtración que pudiera poner en peligro la integridad de la dirigente.
La opositora abandonó Venezuela por vía marítima rumbo a Curazao, una isla situada a 65 kilómetros de la costa venezolana. Y lo hizo en una lancha de pesca de madera en medio de un mar picado y fuertes vientos. “Coordinamos que ella iba a salir por una zona específica para que no volaran la embarcación”, dijo una persona cercana al operativo.
Casi al mismo tiempo que cruzaron, dos aviones F18 de la Armada de EEUU sobrevolaron el Golfo de Venezuela y pasaron aproximadamente 40 minutos volando en círculos cerrados cerca de la ruta que la llevaría desde la costa hasta Curazao. Desde allí, abordó un avión privado Legacy 600, matriculado en México y operado por JetVip Business Aviation, con capacidad para 13 pasajeros.
La aeronave partió del Aeropuerto Ejecutivo de Miami Opa Locka hacia el Aeropuerto Internacional Hato de Willemstad, en Curazao, donde recogió a Machado. Posteriormente, el vuelo despegó el miércoles a las 6:42 hora local, con destino a Bangor, Maine (Estados Unidos), donde realizó una escala técnica de casi cinco horas.
La última etapa consistió en un vuelo de más de seis horas hasta el aeropuerto de Oslo Gardermoen, completando un trayecto de casi 9.000 kilómetros. Machado llegó a la capital noruega en la madrugada del jueves, tras una odisea que requirió la colaboración de aliados políticos y familiares, así como la intervención de funcionarios estadounidenses.
Minutos antes de la entrega del Premio Nobel de la Paz 2025 en Oslo, el Instituto Nobel publicó un comunicado para confirmar que María Corina Machado no podría estar presente pese a “hacer todo lo que estaba en su mano para llegar a la ceremonia”.
En una llamada con el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, divulgada por la organización justo antes de la gala, Machado se dijo “muy triste” y afirmó que “sentía mucho” no llegar a tiempo para la ceremonia. “Mucha gente ha arriesgado su vida para que yo pueda llegar a Oslo”, destacó.
Finalmente, fue Ana Corina Sosa, hija de Machado, quien subió al estrado para recoger de manos del presidente del Comité Noruego del Nobel el diploma y la medalla de oro en nombre de su madre.
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